¿Qué emoción te cuesta más expresar?
En mi experiencia acompañando a pacientes, he notado que la rabia suele guardarse porque nos da miedo perder el control o dañar a alguien. Pero lo que sucede es que, al contenerla, termina saliendo de formas poco saludables: dolores físicos, explosiones repentinas o malestar constante.
La tristeza, por su parte, muchas veces la disfrazamos con un “estoy bien” automático. Nos cuesta mostrarnos vulnerables porque pensamos que ser tristes es sinónimo de debilidad. Sin embargo, cuando le damos un espacio, la tristeza se convierte en una puerta para sanar.
Y luego está la alegría. Aunque parezca extraño, a muchas personas les resulta difícil expresar cuando están felices. El temor a ser juzgados, a parecer exagerados o incluso a “gastar la buena suerte” puede frenar esa expresión. Y terminamos escondiendo momentos valiosos de disfrute o minimizando nuestros logros.
La buena noticia es que todas estas emociones tienen formas sanas de canalizarse. La rabia, por ejemplo, puede manejarse a través del movimiento físico, la escritura o técnicas de respiración. La tristeza encuentra alivio en la expresión creativa, en la conversación sincera con alguien de confianza o incluso en un buen llanto en el escenario terapéutico. La alegría, cuando nos permitimos vivirla plenamente, se convierte en un motor que nos da energía y motiva a quienes nos rodean.
Si me preguntas, diría que lo más importante es aprender a identificar qué emoción me cuesta más a mí y cómo puedo expresarla de una forma que me haga bien. Reconocerlo ya es un gran paso.
Psicotips para canalizar tus emociones:
✍️ Escribe lo que sientes sin filtros, deja que las palabras fluyan.
🤸♀️ Haz actividad física para soltar tensión acumulada.
🎨 Usa el arte (dibujo, música, manualidades) como medio de expresión.
💬 Habla con alguien de confianza, a veces ponerlo en palabras es suficiente.
🌱 Celebra los momentos de alegría, aunque sean pequeños.
Y a ti, ¿qué emoción te cuesta más expresar? Te invito a reflexionar sobre ello y, si lo deseas, a compartirlo. A veces, hablar de lo que nos cuesta es el inicio de un cambio profundo.
Con aprecio,
Ricardo Paredes
Psicólogo Clínico
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